MONARQUÍA DE ALEMANIA





Por Diana Torres del Mazo

ALEMANIA

Alemania se ubica en el centro de Europa, al norte de los Alpes. Políticamente esta dividida en 16 estados o “länder”: Baden-Württemberg (Sttutgart); Baja Sajonia (Hannover); Baviera (Munich); Berlín (Berlín); Brandeburgo (Postdam); Brem (Bremen); Hamburgo (Hamburgo); Hessen (Wiesbaden); Mecklemburgo-Vorpommern (Schwerin); Renania-Palatinado (Maguncia); Renania del Norte (Westfalia Dusseldorf); Sajonia (Dresde); Sajonia-Ahnalt (Magdeburgo); Sarre (Sarrbrücken); Schleswig-Holstein (Kiel) y Turingia (Erfurt).

La capital de Alemania, Berlín, fue fundada en el siglo XIII. Actualmente la población es mayoritariamente alemana, pero existen minorías de turcos, serbo-croatas, italianos, rusos, griegos, polacos y latinos.

En los primeros años de la unificación del Sacro Imperio Romano-Germánico, la Iglesia Católica y en especifico los papas desempeñaron un papel preponderante en la vida política del Imperio. Tanto es así que muchos de ellos fueron emperadores del mismo. Además de que las alianzas que se establecieron entre los papas y los príncipes o reyes de los pequeños territorios dieron como resultado la expansión y el dominio del Imperio Romano.

Cuando los romanos conquistaron el territorio alemán trataron de unificarlo con el nombre de Germania. En los siglos IV y V el territorio estuvo poblado por borgoñones, francos y lombardos. Estos pobladores posteriormente crearían sus propios reinos, siendo los germánicos y los francos, de los más poderosos al comienzo de la Edad Media.

A la llegada de Carlo Magno (hijo del rey franco Pipino el Breve) prometió proteger las tierras papales de cualquier invasión o peligro al que se enfrentaran, con lo cual se produjeron en varios lugares de Europa duras batallas buscando siempre la unión de los estados papales y de ser posible la anexión de nuevos territorios.

Al lado de Carlomagno, los estados papales pronto se convirtieron en un Imperio. En el 800 el Papa León III corona a Carlomagno como emperador. En 814 le sucede en el trono su único hijo Luis I el Piadoso (también conocido como Ludovico Pío), quien a su vez repartió el Imperio entre sus hijos: Lotario I, Luis II, Pipino de Aquitania y Carlos II.. Disconformes con esta división, los hermanos mantuvieron disputas entre ellos por la supremacía de los territorios heredados. Para solucionarlo, se suscribió el Tratado de Verdún en el 843, en el que se estableció que Lotario I se quedara como sucesor de su padre y fuera el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, además de conseguir la parte central, la que incluía los territorios de Italia, Provenza y Lotaringia. Luis II obtuvo los territorios orientales del reino franco, los que a la postre conoceríamos como Alemania y finalmente Carlos II se quedaba con los territorios occidentales del reino franco, es decir, la actual Francia y la Marca Hispánica (así se le denominó a los territorios que les arrebataron los carolingios a los musulmanes y que comprendían los condados de Girona y Barcelona).Pipino no entró en el pacto, ya que su muerte se produjo antes de firmarlo.

En el siglo X el Imperio conoce una nueva forma de organización política derivada de continuas batallas que tuvieron que librar los carolingios con los invasores. Así se crearon feudos que estaban al mando de duques, condes y margraves. Estos feudos fueron debilitando a la autoridad central y adquirieron autonomía, constituyéndolos posteriormente en feudos hereditarios. Los más importantes fueron: Franconia, Suabia, Baviera, Sajonia y Lorena.

Al morir el último emperador de la rama carolingia sin heredero en el 911, se elige como rey de los germanos al duque de Franconia, Conrado I, aunque nunca sería coronado emperador del Imperio por el Papa.

En el 918 coronan a Enrique I, “el Pasajero”, quien es el fundador de la dinastía Sajonia. Se dedico a unificar los pueblos de habla germánica. Con este objetivo se anexó Lorena y los ducados de Baviera y Alemania. A la muerte de Enrique I le sucede su hijo Otón I “El Grande”, quien al casarse con la reina de los lombardos Adelaida, adquiere el titulo de Rey de Italia.

En el 962 se coronó emperador del Sacro Imperio Romano Germánico al Papa Juan XII. Bajo su mandato se aglutinaron los reinos de Germania e Italia y en 1032 se añadió el reino de Borgoña.

En el 1024 se extingue la casa de Sajonia y el trono pasa a la dinastía de la casa de Franconia, con Conrado II. Esta casa es reconocida por las muchas disputas que mantuvieron entre los reinos alemanes y la Santa Sede.

En el 1039 asciende al trono Enrique III el negro, posteriormente lo hará su hijo Enrique IV, ante la minoría de edad del emperador, ocuparía la regencia su madre la reina Inés de Poitiers, hasta aproximadamente el 1065. Enrique IV se enfrento a la Iglesia católica, la cual buscaba la hegemonía del Imperio. Durante el reinado se llevó a cabo una guerra civil que duro mas de 20 años y que terminaría con el encarcelamiento del emperador por parte de su hijo Enrique V, quien lo depuso para coronarse él. Durante los reinados de la casa de Franconia, el Imperio se vio debilitado no solo por la perdida de territorios, sino por la falta de apoyo de la institución eclesiástica, con la que mantuvo continuas disputas.

A la casa de Franconia le sucede la casa de Suabia o de Hohenstaufen. Los emperadores que más destacaron de esta casa fueron: Federico I (conocido como Barba Roja) y Federico II.

Federico I ascendió al trono en 1151. Su principal objetivo era recobrar el poder del Imperio Romano a pesar de no obtener la paz en los territorios italianos, ni la supremacía de los germanos, logró que Polonia se convirtiera en un estado del Imperio, elevó a Bohemia al rango de reino y al margraviato de Austria lo convirtió en un ducado independiente con carácter hereditario, lo que a la postre definiría mucho del territorio del Imperio. Al norte del Sacro Imperio Romano-Germánico, unifico a Alemania y a Borgoña al contraer matrimonio con la heredera de Borgoña.

En el siglo XIII y XIV el imperio se convirtió en exclusivamente germánico al perder los territorios italianos.

A finales de la Edad Media tres casas reales se disputaban la corona del Sacro Imperio Romano-Germánico: los Habsburgo, los Wittelsbach y los Luxemburgo.

El primer rey Habsburgo en ocupar la corona del Imperio fue Rodolfo I quien no obtuvo mucho éxito durante su reinado. Posteriormente le sucedería Adolfo de Nassau, quien tuvo una política expansionista pero a la vez mantenía su poder bajo una tiranía. Adolfo tenía el objetivo de transformar al Imperio en una monarquía hereditaria bajo la casa de Habsburgo.

Después de la casa de Habsburgo, el poder recayó en las manos de la casa de Luxemburgo que acaparó el trono entre 1308 y 1438.

Debido a las constantes desavenencias que existían entre los sucesores de la corona del Imperio y los Papas de la época, lo que ocasionaba guerras civiles, en 1338 la Dieta de Rhense (las dietas en aquel entonces estaban formadas en su mayoría por la clase más poderosa económicamente y en muchas ocasiones por las mismas familias reales) deciden que el Rey alemán será elegido por una mayoría electoral sin que tuviera que ser coronado por el Papa.

Por obvias razones los papas se opusieron a tal decisión y buscaron alianzas con las dinastías. Sin embargo el rey Carlos IV (Carlos de Luxemburgo) promulgó en 1347 la llamada Bula de Oro, la cual establecía la forma en como sería electo el nuevo emperador, la composición del electorado y la no aceptación de la coronación papal.

Este edicto permaneció en vigor hasta 1806, año de la disolución del sacro Imperio Romano-Germánico. El electorado se componía de los príncipes arzobispos de Colonia, Maguncia y Tréveris y de cuatro miembros laicos que representaban a los grandes oficiales de la Corona: el margrave de Branderburgo, el duque de Sajonia, el conde del Palatinado Renano y el rey de Bohemia. La composición permaneció invariable hasta 1623, en esa fecha el voto del conde del Palatinado pasó al duque de Baviera. En 1648, se le devuelve el voto al conde y en 1692 se crea un noveno voto para el elector de Hannover.

Los electores de la bula, se convirtieron en los príncipes más poderosos. Los electores solían conceder la corona a la cabeza de la familia de la casa de los Habsburgo.

La expansión del Imperio, en cuanto a territorios se refiere, fue gracias a las alianzas matrimoniales de los emperadores o de sus herederos. Como sucedió con Maximiliano I que al contraer matrimonio con Maria de Borgoña adquiría el territorio de las prosperas ciudades flamencas y con el matrimonio de su hijo Felipe el Hermoso con la heredera de España Juana I de Castilla (la Loca) se sentaron las bases para la unión de las coronas de Castilla, Aragón y el Imperio. Lo que a la larga también favorecía al Imperio en las alianzas de tipo político que se pudieran presentar.

De esta dinastía de los Habsburgo nacería Carlos I quien tendría un papel preponderante tanto para el Sacro Imperio Romano-Germánico, como para la corona española.

Carlos I de España y V del Imperio germánico, ascendió al trono del Sacro Imperio en 1519. Heredero de bastos territorios por las dinastías que le emparentaban, de la casa de Habsburgo heredo los territorios de Austria y los derechos al Sacro Imperio Romano-Germano; de la casa de Borgoña los territorios de los Países Bajos y de la casa de Trastámara los territorios de Castilla y Aragón, además Sicilia, Nápoles, Canarias, y todo el Nuevo Mundo descubierto y por descubrir. Aunque Carlos I (Carlos V) es reconocido como Rey de España, más que Emperador. Su gestión en el Imperio consistió en mantener la unidad europea en torno al cristianismo católico. Esto debido a que los reinos que poseía no tenían una administración común ni instituciones capaces de ayudar o solventar la unidad del Imperio.

El peor fracaso del Emperador Carlos V fue el aceptar la división confesional dentro de los territorios del Imperio surgida por la presencia del protestantismo en Alemania.

A la muerte de Carlos V el Imperio se divide entre: los territorios españoles que pasan al hijo del finado, Felipe II, mientras que a Fernando I de Habsburgo le deja los territorios del Sacro Imperio. El principal problema que tuvo que enfrentar Fernando y su heredero Maximiliano II fue el protestantismo. En torno al catolicismo y al protestantismo se formaron ligas lo que posteriormente originaria una guerra civil. Los soberanos de los territorios protestantes del Imperio nombraron a su propio Rey al negar a Fernando I como Rey del imperio, por ser este católico. Con la guerra de los treinta años, el Imperio sufrió de constantes invasiones e intentos de anexión de los territorios protestantes y algunos católicos a otros reinos.

La Paz de Westfalia en 1648 puso fin a la guerra de los Treinta Años. Con este tratado se reconocía la soberanía y la independencia de cada estado del Sacro Imperio Romano-Germano (al que también se le llamo el I Reich), el emperador queda sin poderes y se establece que la religión de cada Estado alemán será determinada por su príncipe. Políticamente el Sacro Imperio continuó nombrándose de ese modo, pero en la práctica ya había perdido toda universalidad y centralización del poder.

A finales del siglo XVII y principios del XVIII el Imperio estaba eclipsado por Francia e Inglaterra y su composición se basaba en principados pequeños que buscaban siempre la protección de los grandes principados como eran los Wettins de Sajonia los que se convirtieron en reyes de Polonia, los Welfs de Bruswick –Luneburgo que se convirtieron en electores de Hannover y adquirieron considerable poder al ser nombrado Jorge, uno de sus principales electores, Rey de Inglaterra. Los Wittelsbachs de Baviera adquirieron los Países Bajos españoles, los Habsburgo mantenían todavía el poder sobre Bohemía y Hungría y los Hohenzollen de Brandeburgo se convirtieron en reyes de Prusia.

Los principados que más se desarrollaron durante el siglo XVII y XVIII fueron Austria y Prusia. Para la primera década del 1600, el Sacro Imperio Romano-Germánico se enfrentaba a nuevas potencias mundiales como era la Francia de Luis XIV y España. Esta ultima ligada directamente al Imperio por tener parentesco con el Emperador. Es precisamente por la guerra de sucesión en España (entre la casa Habsburgo y la casa francesa Borbón) que los principados del Imperio se enfrentan entre ellos, por el apoyo otorgado a uno u otro lado del conflicto de sucesión español.

Con la invasión del Palatinado, Francia obtuvo los territorios de Estrasburgo y Alsacia. Por su parte el príncipe de Baviera apoyó a la corona francesa en la guerra de sucesión al prometerle la Corona de los Países Bajos. Branderburgo apoyó a los emperadores Leopoldo I y José I (reyes de Hungría y emperadores del Sacro Imperio) a cambio de que reconocieran a Prusia como reino. Pero no fue solo con la guerra de sucesión española, que el Imperio tuvo que combatir, también lo hizo en esos mismos años, con Suecia que buscaba apoderarse de territorios pertenecientes a varios principados romano-alemanes.

Hacia 1700 los principados alemanes perdían fuerza y ocupaban un primer plano Austria y Prusia. Este último principado pertenecía a la familia de los Hohenzollen quienes habían ocupado Brandenburgo en el siglo XV, y expandido sus dominios territoriales al oeste del Imperio. En 1618 heredaron Prusia como parte de un ducado polaco y en 1701 Prusia se convertiría en un reino independiente.

Federico I de Prusia logró hacer de su país, un Estado casi independiente del Sacro Imperio y lo coloco en un primer plano dentro de la política europea de la época.

Por su parte el territorio de Austria también comenzaba a adquirir una notable importancia, sobre todo a la muerte de Carlos VI (Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico) quien había promulgado una pragmática sanción, con el objetivo de que su hija Maria Teresa heredara y gobernara al Sacro Imperio incluyendo el territorio de Austria. A raíz de haber tomado tal decisión, se entabló una guerra de sucesión para el territorio de Austria y para el del Sacro Imperio. Tres pretendientes se disputaban la sucesión: Carlos Alberto de Baviera, Augusto III de Sajonia y Felipe V de España. Sin embargo fue la invasión dirigida por Federico II el Grande de Prusia, quien invadió el territorio de Silesia (constituido por lo que ahora conocemos como Polonia, la República Checa y Alemania) al no obtener una respuesta favorable de María Teresa, para que este se quedara con dicho territorio a cambio de su apoyo en la guerra de sucesión. Derivado de esta invasión, los bávaros, los sajones y los franceses invadieron Austria y Bohemia, mientras que Gran Bretaña, Los Países Bajos y Rusia acudieron en ayuda de Austria.

Con la Paz de Aquisgrán (hoy Aix-la-Chapelle) se concluyó la guerra de sucesión austriaca, pero el Sacro Imperio termino muy debilitado al acceder María Teresa a la devolución de muchos territorios a otras potencias como Francia y a ceder los derechos de otros ducados, como fueron los italianos para Felipe V.

La pérdida de Silesia dio origen a la llamada Guerra de los Siete Años, que se libró entre los austriacos, ayudados por la emperatriz rusa y los prusianos. De esta guerra salio favorecida Prusia.

Otro territorio en disputa resultó ser Polonia, la cual terminaría dividida entre Prusia, Austria y Rusia en 1772. Polonia se dividió en dos ocasiones más, siendo una de ellas después de la muerte del elector de Baviera, quien murió sin heredero.

Ya en el siglo XIX Napoleón invade y suprime el Sacro Imperio Germánico y crea la Confederación del Rhin en 1806.A la caída de Napoleón, el Congreso de Viena disuelve la Confederación del Rhin y constituye en 1815 la Confederación Germánica (Deutscher Bund).

La Confederación Germánica se constituyó con 39 Estados que estaban representados por la Dieta (Parlamento) de Frankfurt. Esta sustituyó por completo al Sacro Imperio Romano-Germánico el cual estaba constituido por 240 estados. El modelo a seguir en esta confederación fue el principal motivo que originó su fracaso. Algunos pretendían instituir los modelos ingleses o franceses, otros buscaban la unificación nacional y estaban también los soberanos de Prusia y Austria y los recién nombrados reyes de Baviera, Hannover, Württemberg y Sajonia quienes se oponían a cualquier idea nacionalista o derivada del liberalismo.

Sin embargo, los desacuerdos no fueron la única causa que terminaría con la confederación. Lo fue también la agitación social que provocó la Revolución de julio de 1830 en Francia y que pronto desvocó en muchos países de Europa, como fueron las rebeliones de Hungría, Bohemia, Moravia, Galitzia, Lombardía, Baviera, Prusia y el suroeste de Alemania.

Derivado de las agitaciones sociales los soberanos adoptaron diferentes posturas para hacerles frente. En Austria se disolvió la asamblea liberal y se proclamó una constitución que proporcionaba un gobierno muy centralizado, pero representativo. En Hungría, aunque se había proclamado la República esta fue sometida. En Prusia el rey Federico Guillermo IV impuso una constitución autoritaria.

La Dieta de Frankfurt proclamó una Constitución liberal para Alemania (ya unificada) bajo el reinado de un emperador de tipo hereditario. Austria quedó excluida de esta al no aceptar que sus territorios formaran parte de Alemania. Sin embargo esta idea se tambaleaba por la fortaleza adquirida por otros ex estados del Sacro Imperio como Prusia.

En 1866 da inicio una guerra civil lo que ocasiona que la Confederación Germánica se disuelva y Prusia tome el poder. Al frente de la Cancillería del reino se situó Otto Von Bismarck una importante figura en lo que sería el Imperio Alemán pocos años después. Se instituyó la llamada realpolitik (o la política real) la cual se basaba en una adecuada aplicación de la diplomacia, pero apoyada por el militarismo. Mediante tratados amistosos garantizó la neutralidad de Rusia, Italia y Francia a sus ideales de unificación en Prusia.

El primer paso de la unificación Bismark fue anexarse los ducados daneses de Sheleswig-Holstein, lo que derivó en la guerra austro-prusiana, de la cual Austria quedaría dividida ya que tuvo que cederle a Italia el territorio de Venecia. En 1867 Alemania se anexionaba los territorios de Hannover y reorganizaba la Confederación Alemana.

Con la guerra franco-prusiana que Bismark ocasionó buscando la ayuda de los estados del sur de Alemania, se fortaleció la hegemonia prusiana. Entre 1870 y 1871 Bismarck proclama el Segundo Imperio Alemán (también llamado II Reich) y se nombra en el Palacio de Versalles a Guillermo I de Hohenzollem como Rey de Prusia y Emperador de Alemania, instituyendo una monarquía de tipo constitucional. Este Imperio se anexó los territorios franceses de Alsacia y Lorena, lo que fortaleció la unidad alemana.

Los estados que componían el imperio gozaban de completa autonomía en sus asuntos internos y disponían de gobiernos y parlamentos propios. Sin embargo las leyes comunes las votaba y discutía el Reichstag. El Imperio Alemán fue resultado de un exitoso trabajo diplomático y de política exterior.

En 1890 Guillermo II, sucesor de Guillermo de Hohenzollem y de Federico, se propuso buscar la expansión económica del Imperio y emprende la llamada “Welpolitik”, sustituyendo al Canciller Bismarck. Esta política le causaría muchos problemas a Guillermo II, sobre todo en el exterior del Imperio y con el Reino Unido.

Con la Welpolitik, Guillermo II impulsa una agresiva expansión naval para entrar a la escena de la expansión colonial. Obteniendo solo en África los territorios de Namibia y parte de Nueva Guinea. Esta incursión ocasionó que los vecinos del Imperio vieran con recelo la estrategia y para hacerle frente crean la llamada Triple Entente (compuesta por Gran Bretaña, Francia y Rusia)

Su contra parte fue la Triple Alianza que componían elImperio Aleman, el Imperio Austro-Húngaro e Italia. Con estos dos bloques de poder Europa se dividía en dos conjuntos armados para principios del 1900.

La situación política fuera de las fronteras del Imperio Alemán estaba candente, lo que daría como resultado el estallido de la Primera Guerra Mundial y en la cual se vería involucrada directamente Alemania.

Al término de esta, con la firma del Tratado de Versalles en 1919, Alemania acordaba con las potencias aliadas y vencedoras de la guerra varios puntos: se limitó el poderío militar y económico de Alemania, perdió casi 40 mil kilómetros cuadrados de territorio, los territorios de Alsacia y Lorena fueron devueltos a Francia, la frontera con Bélgica sufrió reajustes porque se entregaron los distritos de Moresnet y Eupen-Málmedy, por medio de un plebiscito se le permitió escoger a la población de Sheleswig-Holstein el incorporarse a Dinamarca.

Por otra parte quedó expresamente prohibida la unificación de Austria y Alemania a pesar de que ya había desaparecido el Imperio Austro-Húngaro. En lo económico la región carbonífera del Sarre quedaba bajo la tutela de la Liga de las Naciones(antecedente de las Naciones Unidas), la producción minera que tuviera Alemania se la cedería a Francia en compensación a los daños sufridos con la guerra. Luxemburgo decide segregarse de Alemania con la firma del tratado.

También se obligó a Alemania a entregar a Polonia una parte de la provincia de Prusia Occidental lo que se le conocería como el “Corredor del Danzig”. El puerto de esta parte de Prusia sería administrado también por la Liga de las Naciones y se le devolvería a Polonia la provincia de Poznan (Posen).

La región de Alta Silesia también elige mediante un plebiscito incorporarse a Polonia aunque un distrito es dividido entre Checoslovaquia y Alemania. Finalmente uno de los principales golpes para el Imperio alemán fruto de este tratado fue la entrega a los vencedores de sus posesiones coloniales de ultramar.

De 1919 a 1933 se instaura la República de Weimar, terminando así con una larga trayectoria monárquica en lo que fue el Sacro Imperio Romano-Germano y posteriormente el Imperio Alemán. La Constitución de Weimar, promulgada el 11 de agosto de 1919, ha sido una de las más democráticas que ha tenido Alemania a lo largo de su historia. El Presidente se elegiría popularmente por un periodo de siete años, tenia amplios poderes militares y de ejecución de la política exterior, también podía promulgar decretos urgentes para salvaguardar a la República. El Presidente nombraba al Canciller (una figura de importancia tanto en la monarquías como en las futuras repúblicas), sin embargo el gobierno debía tener la confianza del Parlamento, el cual era elegido por sufragio universal y era de representación proporcional. La cámara alta estaba compuesta por los delegados de los estados federales o länders.

El pueblo tenia una gran participación mediante la figura del referéndum, el que permitía alelectorado introducir por la vía de la petición, sus propias iniciativas de ley y forzar al parlamento a discutir dichas propuestas.

La corona alemana obviamente quedó fragmentada en varias dinastías muchas de ellas ya no pertenecen al actual territorio. Sin embargo hay varios pretendiente o sucesores que todavía podrían reclamar sus derechos reales en el supuesto caso de que algún día se instaurara una monarquía como son el Príncipe Ernest de Hannover, casado actualmente en segundas nupcias con la Princesa Carolina de Mónaco y padre de tres hijos dos varones (fruto de su primer casamiento) y una mujer (de su matrimonio con Carolina). Ernest es el más conocido de los herederos alemanes.

Sin embargo, otro pretendiente es el Príncipe Georg Friedrich de Prusia nacido el 10 de junio de1996 y miembro de la casa imperial de los Hohenzollern, quien actualmente continua con sus estudios.

En la actualidad Alemania es una Republica Federal integrado por 16 estados que lo mismo festeja como fiesta nacional del 3 de octubre (día de la unificación de las dos alemanias en 1990) que el 18 de enero (día de la unificación del Imperio Alemán en 1871).

Políticamente esta dividida en 16 estados o “länder”: Baden-Württemberg (Sttutgart); Baja Sajonia (Hannover); Baviera (Munich); Berlín (Berlín); Brandeburgo (Postdam); Brem (Bremen); Hamburgo (Hamburgo); Hessen (Wiesbaden); Mecklemburgo-Vorpommern (Schwerin); Renania-Palatinado (Maguncia); Renania del Norte (Westfalia Dusseldorf); Sajonia (Dresde); Sajonia-Ahnalt (Magdeburgo); Sarre (Sarrbrücken); Schleswig-Holstein (Kiel) y Turingia (Erfurt).

En la foto, el Príncipe Ernest de Hannover y su esposa, la Princesa Carolina de Mónaco.